domingo, 25 de enero de 2015

ESTILO DE VIDA DIFERENTE (Mc 1,14-20)

En el evangelio de hoy, vemos en primer lugar, como Juan, que había ido perdiendo protagonismo a favor de su primo… Se ve forzado, a ceder el testigo definitivamente a Jesús… Es como un punto de inflexión, que marcará definitivamente, el comienzo del cristianismo, ya que lo de antes fueron anuncios (profecías)… Y todo comienza con una promesa… La promesa de la llegada, de lo que Jesús llamó: “el reino de Dios”… Pero la promesa también añadía, que dicho reino estaba cerca… Y muchos pueden llegar a pensar, que un poco más de dos mil años, no es precisamente una fracción de tiempo pequeña…

Entonces… ¿Qué ha pasado? ¿Es qué no se ha cumplido?

Evidentemente, yo no soy teólogo… Y la respuesta que puedo dar a todo esto, nace más de un sentimiento, una intuición e incluso un deseo… Me explico: yo creo, y que se me corrija si me equivoco, que el reino ya está aquí… Que convive con nosotros… Y entonces os preguntaréis: todas las miserias, injusticias, guerras… ¿Forman parte de ese reino?... Evidentemente no… Y volveréis a preguntar: ¿entonces?...

Entonces, lo que os pido, es que miréis hacia atrás, y que analicéis la historia del cristianismo, con sus luces y sus sombras… Y os daréis cuenta, de que a pesar de las cruzadas, la inquisición, conspiraciones de las jerarquías eclesiásticas… El mensaje del evangelio, sembrado en esas personas especiales, rebrota con fuerza e impone su reinado… Muchos son, los considerados hoy grandes santos, que en su tiempo fueron cuestionados por la iglesia oficial, y al borde estuvieron algunos, de ser considerados herejes, con las consecuencias que ello conllevaba entonces… San Francisco de Asís, San Felipe de Neri… Con tan solo ver alguna película sobre sus vidas, nos damos cuenta de esto…

Y qué decir de José Antonio Pagola, que tanto inspira a nuestra Unidad Pastoral… ¿No le inspira a él a su vez el evangelio? Claro que sí… Y cuan cuestionado es a su vez por sus escritos, por los sectores más retrógrados de la iglesia… Llegando incluso al insulto… Sí al insulto, no exagero, y ahí está internet para el que quiera comprobarlo… Pagola, Rafael Aguirre… Tantos y tan cercanos (pertenecen a la iglesia vasca), que en “petit comité”, reconocen que lo están pasando mal, que es casi como decir, que se sienten perseguidos… Albergando esperanzados, la protección que pueda traerles, el nuevo aire del papa Francisco…

Tan solo me queda por comentar, la decisión que toman los pescadores (oficio considerado impuro, por los judíos de aquel tiempo, y que paradójicamente, Jesús elige para buscar a muchos de sus discípulos), de abandonarlo todo por seguir al que será su maestro… Y como voy ya muy pasado de líneas… Quiero dejaros una pregunta a reflexión, a los que sois padres como yo: ¿qué pensaríais, si alguno o varios de vuestros hijos, decidiese abandonar trabajo o estudios, para seguir a un maestro que les guíe a una nueva vida, fuera del sistema actual?...

El sistema capitalista actual, solo entiende que seamos competitivos… Todos compiten contra todos… Y el grado de degeneración es tan absurdo, que me viene a la memoria un campeonato de judo al que acudió mi hijo… Un campeonato lúdico, donde se supone que todos ganaban algo… Y donde mi hijo se impresionó al ver llorar a uno de sus compañeros, no porque se hubiese hecho daño… Sino porque como había perdido algún combate, y no había quedado el primero de los primeros, temía las represalias de su padre… Por eso lloraba…
 
T.C. (grupo Betania)

domingo, 18 de enero de 2015

HEMOS ENCONTRADO AL MESIAS (Jn 1,35-42)

Me quedo con estas cuatro palabras de la lectura. Inicialmente no las había tenido en cuenta, pero después de releer varias veces el texto, se me hizo la luz.

¿Por qué esta cuatro palabras?

Imagino la conmoción que causaría en los judíos de la época la confirmación de que aquel hombre, Jesús, iba a ser quien pusiera fin a cientos de años de esclavitud y sometimiento del pueblo judío - ¡POR FIN IBAN A SER LIBERADOS ¡ -

Hoy en día, en vez de romanos, tenemos otro tipo de opresores (cada cual que les ponga sus nombres) que ejercen un tipo de esclavitud más sofisticada, y al igual que hace 2.000 años, seguimos en actitud de espera a que las cosas, como dicen los que tienen los pies encima de nuestros hombros, se arreglen confiando en la sabia Naturaleza, aquella que brota por Primavera; o bien a la espera de un nuevo Líder, que al estilo Moisés, provoque una especie de tsunami y hunda en el fondo del océano a todos los malvados y corruptos opresores de nuestro pequeño mundo.

Esto último podría ser también lo que pensaban los que esperaban la ansiada liberación del pueblo judío. Aquellos que vieron en Jesús el líder político-militar que organizaría la revolución, el que les salvaría del opresor, el MESIAS.

Sin embargo, el camino hacia la salvación no iba a estar marcado por una revolución sangrienta, sino por la acción de dos potentes armas de construcción de un mundo mejor –aquí…, en la tierra-. Su nombre: AMOR y SACRIFICIO, capaces de transformar la espera en ESPERANZA.

Como banda sonora para este espacio, propondría “My Sweet Lord” – “Mi dulce Dios”- de George Harrison.

A.D. (grupo Betania)

domingo, 4 de enero de 2015

TE DOY MI PALABRA (Jn 1,1-18)

Muchos hemos crecido oyendo esta frase, que pocas veces la oímos ahora. Esta frase solía (y hablo en pasado porque ya casi no se ve) ir unida a un apretón de manos, era un trato, un acuerdo, un pacto, algo irrompible y un acto de honor.
 
Como nos dice el texto, la Palabra lo era Todo. Por la palabra nos comunicamos, nos llegan las enseñanzas, transmitimos nuestros sentimientos, nos aconsejan los amigos, nos consuelan y podemos ver algo de luz.
 
Seguro que en vuestra familia, en vuestros amigos, en vuestro vecindarios, trabajo... hay alguna persona poco habladora, muy reflexiva, que escucha más de lo que habla, que pasa un poco inadvertida en algunas reuniones y charlas; sin embargo, sus palabras son esperadas, el resto del grupo espera su opinión, su valoración, sus ideas o sus enseñanzas porque cuando hay un conflicto o una discusión, una duda o incertidumbre, suelen ofrecer una solución, una salida, sentido común, unen y no separan, dan luz al grupo; así es la Palabra de Dios.
 
“Mi palabra va a misa”, tampoco la oímos casi en estos tiempos, ¿por qué será?: ¿porque no vamos a misa ?, ¿porque no seguimos las enseñanzas que se nos da en misa?, ¿porque ya sabemos que no vamos a cumplirlo?...Cada uno tendrá su propia respuesta, que medite sobre ella y piense si cuando era más joven hacía lo mismo o entonces lo decía más veces, con orgullo, con tranquilidad en su espíritu, con ganas de cumplir la palabra dada.
 
La Palabra es la Verdad, es la Luz, es Dios; si no somos capaces de decir “Te doy mi Palabra”, es que no soy capaz de guiarme por la Verdad, por la Transparencia y por Dios. Firmemos menos contratos y apretemos más manos con Dios como testigo.

Y. U. (Grupo Betania)