lunes, 4 de febrero de 2013

¿SORDO O SIN PROFETA? (Lc 4, 21-30)

Siempre que hago una lectura de este evangelio resuena en mi cabeza un pequeño dicho muy conocido “la confianza da asco”, parece que por el exceso de familiaridad es por lo que no somos capaces de reconocer la grandeza de aquello que tenemos más cerca. Esta es siempre mi primera lectura del Evangelio, aunque me temo…muy equivocada.
Pero antes aportemos el contexto. El evangelio del domingo pasado tenía como escenario el mismo que el del presente; la Sinagoga de Nazareth. Los vecinos del pueblo conocían a Jesús, lo habían oído hablar en ese espacio muchas veces. Pero tras unos meses de ausencia, su vecino regresa. Los rumores y comentario le preceden. Como en otras ocasiones Jesús acude a la reunión del Sabbat y confirma lo que muchos han oído; Soy el Mesías. Pero precisamente porque lo conocían les asaltan las dudas y los reproches. ¿Por qué tras vivir 30 años con nosotros no lo sabíamos? ¿Por qué no ha realizado curaciones aqui con sus paisanos? ¿Por qué hay gente que ha muerto, sufrido etc puerta con puerta del Mesias sin que haya hecho nada?
La respuesta de Jesús es; Nadie es profeta en su tierra. Esto es, precisamente por la familiaridad, por el trato diario no fueron capaces de reconocerle, de entenderle, de apreciar lo que decía, vivía y sentía. Y un reproche implícito… el pueblo al que se le han dado todas las señales, todos los mensajes y que se supone pronto a la espera, es el que es incapaz de estar atento y despierto en la llegada del Mesías. Habrá otro pueblo, el de los gentiles, que si lo reciba. (El evangelista Lucas escribe especialmente para los cristianos de tradición gentil o pagana)
Occidente en estos momentos es el pueblo de Nazareth. Estamos a la espera de alguien o algo que no sabemos verbalizar (líderes políticos, sistema económico sostenible, felicidad etc…) y nos sentimos huérfanos de profetas y de guías. La Iglesia en muchas ocasiones también está en esta misma situación; “cubrir” vacantes de líderes espirituales es en nuestros días como un mero formalismo, nadie sabe quiénes son, que carismas tienen, que trabajo desempeñan… y sobretodo los sienten, los siento, como lideres lejanos o profetas sin voz. Hoy este comentario queda abierto…. ¿Han llegado mis profetas, guías y “mesías” y estoy sordo? ¿o la comunidad cristiana esta moribunda, cansada y desorientada por ausencia de verdaderos líderes y profetas?. Si alguien se siente como yo, que me ayude a escuchar al Espíritu en este evangelio. No quiero enfurecerme y empujar hasta barrancos para finalizar, como en este relajo, con Jesús alejándose de mi
R.G

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